Arbeláez Cundinamarca

Historia de Arbeláez
Villa de los Pensionados

El territorio del actual municipio de Arbeláez estuvo habitado por los indígenas sutagaos, contando también con presencia de los muiscas.

Antes de la llegada de los españoles, la región de Arbeláez estaba habitada por los Panches, un pueblo indígena guerrero. Eran enemigos de los Muiscas y se caracterizaban por su resistencia y tácticas de combate.

En 1537, los conquistadores españoles, liderados por Gonzalo Jiménez de Quesada, iniciaron la invasión del territorio Panche. La resistencia fue fuerte, pero en 1538, los Panches fueron sometidos por los españoles con la ayuda de los Muiscas.

Los Panches practicaban la caza, la pesca y la agricultura y tenían una sociedad organizada en cacicazgos.

Durante la colonia, la región formó parte de encomiendas administradas por los españoles. Estas tierras fueron utilizadas para la ganadería y la agricultura, con una población indígena reducida debido a enfermedades y el sometimiento.

En el siglo XIX, con la independencia de Colombia en 1810 y la consolidación de la República en 1819, los territorios de Cundinamarca pasaron a organizarse en municipios y provincias. La zona de Arbeláez aún dependía de Fusagasugá.

El 16 de abril de 1903, Arbeláez fue fundado oficialmente como municipio, separándose de Fusagasugá. Se le dio este nombre en honor al recién fallecido (1884) arzobispo de Bogotá, don Vicente Arbeláez, quien influyó en la región.

Durante el siglo XX, Arbeláez se consolidó como un municipio agrícola y ganadero. Se desarrollaron cultivos de café, plátano, maíz y caña de azúcar, además de la cría de ganado.

En las últimas décadas, el turismo ecológico ha cobrado importancia en el municipio. Gracias a su clima, paisajes y fincas campestres, Arbeláez se ha convertido en un destino atractivo para el descanso y el ecoturismo.

Hoy, el municipio busca equilibrar su tradición agrícola con el desarrollo tecnológico y el turismo sostenible. Sus habitantes trabajan en mejorar la economía local y preservar su historia y cultura.

Costumbres y territorio

Feria del Diablo: comparsas nocturnas, máscaras y sátira al “mal” para celebrar la vida en comunidad.

Jornadas de campo: cosecha de café y caña con beneficio y secado al sol en patios y zarandas.

Días de río: plan familiar de hamaca, almuerzo de olla y chapuzón en pozos naturales.

Ferias agropecuarias: exhibiciones equinas/bovinas, emprendimientos locales y música en vivo.

Fiestas patronales: procesiones, novenas y alumbrados que unen a barrios y veredas.

Mercados campesinos: frutas andinas, quesos, miel, café y artesanías directamente del productor.

Rutas de senderismo: caminos veredales entre cafetales, guaduales y quebradas.

Oficios locales: carpintería en guadua, tejeduría y arte decorativo para el hogar.

Encuentros culturales: danza folclórica, coplas y cuentería en plazas y colegios.

Hospitalidad: el visitante es “vecino”; siempre habrá una taza de café y conversación.

Domingo en el parque: misa, helado y paseo por el centro: la agenda clásica de familias y amigos.

Deporte campestre: ciclomontañismo y trote mañanero por vías rurales y bosques.

Arbeláez es ese abrazo que llega con aroma a café y brisa de montaña

Donde los ríos susurran historias y las tardes, doradas, prometen volver.